domingo, 12 de febrero de 2012

DOS; tu y yo.


Dos. Dos son los ojos que tenemos, los brazos, las piernas, las manos... Dos son los segundos que estoy a tu lado y en los que me doy cuenta que eres la personas más perfecta de este jodido planeta. Dos son los tipos de sexo que puede tener una persona, también son dos las llamadas que asustan de tu madre. Dos son las personas que te hacen falta para pasar una tarde jodidamente perfecta. Dos. Dos.
Tú y yo también somos dos, pero con complejo de uno. Es gracioso, somos dos pero uno.
También es gracioso que yo solo tengamos dos ojos, orejas... Y solo una boca. ¿Para qué más? La otra boca que quiero es la tuya.
Dos dos dos. ¿Has leído aquí alguna vez el número tres? No, ¿verdad? Tres son las cuentas de twitter que puede tener una persona, tres son los cerditos más famosos de los tiempos. También tres son multitud, pero hay un dicho que dice que dónde caben dos caben tres.
A mí, sin duda, me gusta más el dos que el tres. Por que tú y yo somos dos. Pero luego, cuando hablamos del tres, viene esa zorra y se acopla a ti. Ya no hay dos bocas, hay tres. Ya no hay cuatro manos, hay seis.
Así que olvidemonos del tres, que solo importe el dos.

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