martes, 10 de enero de 2012

Duradero.

Como cuchillo en la mantequilla, entraste a mi vida cuando me moría. Como la luna por la rendija, así te metiste entre mis pupilas.
Como la lluvia en pleno desierto, mojaste de fe mi corazón. Aguaste mis miedos. Como una dulce voz en el silencio, así nos llegó el amor. Amor del bueno.
Y así te fui queriendo a diario, sin una ley, sin un horario.
Y así me fuiste despertando de cada sueño en el que estabas tú.
Y nadie lo buscaba, y nadie lo planeó así. En el destino estaba que fueras para mí.
Y nadie apostaba a que yo fuera tan feliz, pero Cupido se apiadó de mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario